Yo celebraba tu belleza alba y taciturna de pájaro boreal.
José Antonio Ramos Sucre
Como una verdadera ave peregrina se presenta en estas líneas la poeta María Isabel Novillo (Caracas, 1954). Promotora literaria ligada al estado Mérida desde 1981. Premio de Poesía Casa de la Cultura de Maracay (1992) y Premio de Poesía Simón Darío Ramírez, de la Asociación de Escritores de Mérida (2004). Mención de Honor en el Concurso de Poesía del Ateneo de Escuque (1997).
María Isabel Novillo ha publicado Metálica Virtud (Maracay, 1992) y Poemas Peregrinos (Mérida, AEM/CONAC, 2004). Así como en Antología de Poesía Venezolana (Rafael Arráiz Lucca/Editorial Panapo, 1997). Poesía en el Espejo (Julio Miranda/Fundarte, 1995). Vuelve a tus dioses profundos: Antología Divina (Diario de Caracas, 1994). Antología de Jóvenes Poetas Latinoamericanos (UNESCO, 1995). El Espacio del Altar en la Poesía Venezolana de los 90 (Ensayos), Ediciones Casa de Bello (Caracas, 1995). Nueva Antología de Poetas Venezolanos (José Antonio Escalona Escalona, Ediciones Solar, 2001).
He aquí este poema: Maestra Vida, de María Isabel Novillo: una sacudida, una creación de excepcional poderío humano.
Era una mercader de Templo.
Tenderete pequeño entre sus faldas:
una sobre otra, al uso de su raza.
Ofrecía campanas y cristales de cuarzo
sentada en la escalera
–hacia la izquierda entrando-
a las puertas de la Catedral de Lima.
Te compré una campana de raro timbre, puro.
No los cuarzos que, aunque bellos, te dije, eran caros.
(Uno no sabe cuán pobre está)
Y tú: “señora, señora” me decías
ajustando los precios con la voz cantadita, bajita, de tu raza.
Y hubo algo.
Me miraste a los ojos.
Tus ojos de quietud:
silencio y soledad del altiplano.
Hubo algo
(Imposible decir el cómo la lección entra y te toca)
“Señora, tómelos. De regalo”
En tus manos, modestas, la luz era cristal.
Lucía te llamabas.
Sí, claro que vi la miseria en Lima.
Vi la mía.
Señora, me decías.
Y no sabes
que todo el señorío
iba en ti.
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