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Misiva Poética


No hay como ser poeta para aguardar tranquilo
el enorme ventarrón que todo borra.
Fáver Páez


A Luis Alberto Angulo lo conocí hace veinte años en los pasillos de la UC, yo venía con mi San Carlos a cuestas, aún dorándome la piel y llena de esperanzas cuando, en un diminuto papel rasgado, me entregó estas palabras: La poesía era un fuego que le abrazaba el alma le crispaba el ceño, le tensaba, le erguía, su adolescente ternura sobre el pasto virgen. Era la primera impresión que tenía de Luis Alberto, y aquí, en mi memoria, reposa aún tibia de cariño, en una intersección luminosa del tiempo.
Luis Alberto Angulo nació en Barinitas (1950), Premio del IV Concurso Internacional Poesía UC, por su libro Antípodas (1994). Premio de la Bienal de Poesía del Ateneo de Calabozo Dr. Francisco Lazo Martí, por Fractal. Premio Universidad Rómulo Gallegos por De norte a sur. Ha publicado La sombra de una mano (2005), y Fusión poética (2000). Se ha destacado como poeta y antólogo dentro y fuera de la UC.
Signado siempre por la pasión, Luis Alberto nos muestra una poesía irreverente, llena de enigmas, sembrada de delirios, pretensiones y sacudidas; una poesía lúcida, de estremecimientos inmediatos; simbólica y vital, ella es su propio tema, ella y la mujer amada, el tiempo cíclico y un universo ni pleno ni vacío, como el de los Cuatro Cuartetos de T.S. Eliot.
Luis Alberto, sigue construyendo tu misiva poética y enfilando tu arma contra el infinito, que yo aquí, en este pueblo ajeno y mío de Montalbán, sigo guardando un libro tuyo y de José Bianchi, hurtado sin querer, desde hace veinte años.



Del decir
A Ernesto Cardenal

“en un poema
se puede decir de todo”

se dice todo o no
se dice nada

pues lo que no se dice
dice

el no decir
del decir
dice

el poema del decir
todo dice
no hay manera
de acallarlo




Poema
el poema madura algún lugar oculto
colman sus letras chispas de piedra
otro incendio sacude bosque de sombras
y tenso desgrana los rubíes del sueño.



A paso de pantera
una bella muchacha es todo lo que pido
de ojos almendrados y jugosa boca
la quiero con largas piernas
con senos y glúteos erectos
una muchacha del norte o del sur
del este o del oeste
para quien yo sea el Imán
la Rosa de los Vientos
de piel canela
de ojos y cabellos oscuros
que camine erguida
a paso de pantera.




Y si estalla la paz
¿y si estalla la paz
y no la guerra?
¿si nuestros labios encuentran
el lugar de sus deseos?
¿si las ondas
los cuantos
la materia toda
en cadena irrumpe
y el desierto florece
como bosque?
¿entonces mi amor?
¿entonces?



A quien pueda interesar
hago constar que no la conocí en forma alguna
ni ahora ni otra de sus vidas y reencarnaciones
ignoro si alguna vez comí un muslo suyo de gallina
si bebí leche en una ubre vacuna de su propiedad o
acaricié sin saber su pelambre de gata del tejado
quien suscribe en perfecto estado de salud
a duras penas
hace conocer su decisión de alimentarse por ahora
con flores del desierto solamente.




Un poeta
un crítico dijo que no cuidaba mis versos
otro afirmó que eran perfectos pero que nada decían
unos restregaron mi falta de estudios formales
para otros fui un sabio de extinguida emoción
mientras tanto uno y otro jamás escribieron una línea
y yo vivo mi poesía sin pedirles nada.

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