No hay pecado alguno en la palabra que atormente los sentidos.
Francisco Sevilla
Alguna vez la profesora Laura Antillano me dijo, en una clase de Literatura venezolana, en los predios de la UC, que: "No leemos a los demás, nos leemos a nosotros mismos a través de los demás" y nunca sentí esta frase tan mía, como cuando leo, a cada instante, casi como un ritual, a Piel de Sueño (1997), editado por el Gobierno de Carabobo, del poeta José Joaquín Burgos.
Cómo decir, que yo soy esa princesa de la Casa Encantada, que no es Emily Dickinson su verdadera dueña, que soy la maga de sus sueños, la fugitiva que se pierde entre las sombras, que cada verso me traspasa como flecha y quedo, como siempre, dando vueltas en sus Transfiguraciones? ¿Cómo decir que ardo sola, en la inmensidad de la noche, y que ya no puedo apagar este fuego? ¿Cómo decir, que andaba perdida y llena de vacío, y que ahora soy la cayena y el colibrí que colorea su página en blanco? ¿Cómo decir, que entre los árboles tengo guardados todos los hechizos cantando hasta el amanecer de su recuerdo?
Y de tanto arrebato poético le escribo:
Siembro tu piel de sueño
de furores
y batallas.
Calor
y mágicas sonrisas.
Hoy he vuelto a la vida
y te la entrego
in extenso
en trópicos y mares
en la forma infinita
en la palabra.
José Joaquín, gracias por el conjuro de tus versos, el tormento de los sentidos, y el trino de tus pájaros; tu poesía ha calado verdaderamente hasta mis huesos y anda dispersa en cada flor de Montalbán.
***
Aroma
Desde tu casa encantada
hasta mi cuarto de estudiante pobre
llega tu aroma.
Hueles
a albahaca
a jazmín
a naranja
a mastranto enervante
a flor de lluvia
a incienso y a estoraque
a todos los perfumes
huele
tu piel de sueño.
***
Flor
Sé que eres maga
que sabes leer en la mano del humo.
Que dominas la ciencia de los lirios.
Que en tu casa encantada
tienes una muñeca
consagrada al ritual de la poesía
y que guardas
como filtro de amor
la flor del unicornio.
***
Maga
La magia es
que hagas florecer cayenas
en toda la ciudad
sin que nadie las vea.
Que cumplas el ritual
y que nadie lo sepa.
Que bebas el agua consagratoria
sin romper el hechizo.
Que pases como brisa
y solamente quede la huella del silencio
donde tu voz estuvo
cantando con los pájaros.
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