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Poema "La Cita" de Andrés Eloy Blanco



Pintura. Oleo sobre lienzo.
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Chris MCMORROW


Tus encuentros
son postales
de antología.
Emad Aboaasi

De una fina sensibilidad expresiva y un dominio absoluto de los elementos lingüísticos es este poema La Cita de Andrés Eloy Blanco (1897-1955). Poeta cumanés de gran trayectoria lírica, expresada desde su poesía de juventud hasta el último de sus libros: Giraluna, publicado unos meses antes de su muerte, como el fruto de una luminosa claridad que había alcanzado su noble intelecto, dedicado a su dulce esposa Liliana Iturbe de Blanco. Como diría Luis Beltrán Prieto Figueroa: “Es un libro hermoso, sin hipérbole, donde la palabra tiene dimensiones que sólo puede medir el sentimiento”.

De irregular métrica tanto en la estrofa como en el verso, su ritmo interior se deja sentir por los confines del alma; una armonía intencional que dispone de efectos paradójicos en una sucesión extraordinaria de la espera y el encuentro.

Este poema transita constantemente en mi memoria, alguna vez un jilguero afinaba su trino en secuencias armónicas de notas musicales y en gorjeos repentinamente dulces en mis oídos, mientras preparaba su vuelo, en pleno invierno, hacia el nido de otro pájaro.


Pinar arriba,
pinar abajo,
la nube, el pinar, el viento,
la tarde y yo te esperamos.

¡Cómo tardas!
tú siempre ofreces tempranos
y siempre pagas con tardes.
Me van a crecer los pinos
esperándote.

La próxima vez,
ya sé a qué atenerme;
te voy a hacer esperar
una hora, sola, sola,
para que sepas entonces
cuántos pinos tiene una hora.

Ya se fastidió la nube;
se está lloviendo por dentro.
Eres mala;
a una nube de agua dulce
volverla de agua salada.

La próxima vez,
esperaré a que llueva a chorros;
ya te contará la nube
cómo esperamos nosotros
y nunca sabrás si el agua que te pasó por los labios
te la lloraron las nubes
o te la llovieron los ojos.

Ya se va el viento, diciendo
malas palabras de monte;
ya verás, cuando tú esperes, esperando y solitaria,
te dirá el viento unas cosas que te pondrán colorada.

Ahora se va la tarde;
se le está poniendo oscura la pena de horizonte;
ya verás, cuando estés sola,
y en un adiós de la tarde te quedes sola en la noche.

Se va el pinar, se está yendo
revuelto el verde hasta un negro
que se hace nube y se encoge
y se agavilla y se expande,
verde, negro, verde, gris
y no se va pino a pino,
sino que se hace una cosa
de pinos que va a dormir.

Y yo ¿qué estoy esperando?
ya me voy, solo. Eres mala;
a una tarde, hacerla noche,
a un pinar, hacerlo nube,
a una nube de agua dulce
hacerla de agua salada,
Ya me voy. ¡Pero aquí estás!
¡La tarde está regresando!
¡mira el viento! ¡se ve el viento!
¡la nube está echando lirios!
mira el pinar, cómo viene,
pino a pino, pino a pino…

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